sábado, 28 de febrero de 2009

Amarre perpetuo


Por todos es conocidos que la vileza y crueldad humana pueden llegar hasta límites insospechados. Los seres humanos somos muchas veces capaces de hacer cualquier cosa con tal de conseguir nuestros objetivos. Pienso que, detrás de todas estas actidudes, se encuentran dos razones. Una, la genética. Dos, la educativa.
El porqué de ellas las explico a continuación. La genética hace a determinadas personas más o menos sociables. Enérgicas o calmadas.
La razón educativa nos hace comportarnos de acuerdo a una serie de valores aprendidos en nuestro entorno o, por el contrario, comportarnos de acuerdo a ninguna clase de valores. O más bien, valores que difieren plenamente de una serie de derechos internacionalmente reconocidos como pueden ser los recogidos en la Carta de los Derechos Humanos.

Y toda esta introducción, ¿a qué viene? Os estaréis preguntando. Viene a razón de un tema que está muy candente en nuestra sociedad. Este es el de la controversia y debate que ha surgido a raíz del presunto asesinato de Marta del Castillo a manos de un ex compañero sentimental. A manos de lo que antes denominabamos como ser humano.

Antiguamente, uno de los principios imperantes en la Justicia era la conocida Ley del Talión, que según como se recoge en la Wikipedia, "se refiere a un principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido. De esta manera, no sólo se habla de una pena equivalente, sino de una pena idéntica." Esto es lo comúnmente conocido como "ojo por ojo, diente por diente".

Pues bien, la introducción de la cadena perpetua en nuestro Ordenamiento Jurídico es, a día de hoy, imposible. ¿Por qué? Lo es, bajo mi punto de vista, porque chocaría frontalmente con el artículo 25.2 de la Constitución Española que establece que "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados." Bajo este supuesto, toda cadena perpetua establecida en nuestro Ordenamiento Penal atentaría directamente contra los principios de reeducación y reinserción social anteriormente mencionados.
Por otro lado, eliminar, si se quisiera, ese precepto constitucional, supondría una reforma de la Constitución y la correspondiente disolución de Cortes y convocatoria de nuevas elecciones a Cortes Constituyentes.

Pero, dejando a un lado el tema jurídico, me asaltan las siguientes preguntas. ¿Es realmente necesaria la cadena perpetua? ¿Es efectiva? ¿No es un poco, volver a la Ley del Talión? Como has matado, ahora debes pudrirte en la cárcel.

Pues bien, aunque la cadena perpetua existe en otros países del entorno, su existencia no supone que las tasas de criminalidad sean inferiores a la española. Para nada lo son. ¿Es acaso la pena de muerte la solución a los casos de asesinatos en EEUU? Por todos es sabido que en EEUU se dan casos muy dramáticos de personas que cometen auténticas matanzas, ¿qué solucionamos matándolos o enterrándolos en vida? ¿Volverán los fallecidos? ¿Satisfacer nuestras ganas de venganza? Por mucho que se satisfagan, nada, absolutamente nada, devolverá la vida a quienes ese individuo se la arrebató.

Por otro lado, en España ya existe la cadena perpetua. Cierto es que no lleva este nombre, pero, en aquellos casos en que se mate a dos personas o más, la ley establece penas de cumplimiento íntegro de hasta 40 años. ¿No son 40 años de cárcel una cadena perpetua? ¿Qué posibilidades de reeducación social e inserción se pueden tener después de pasar 40 años encerrado entre rejas? Sinceramente, creo que ninguna.
O, como recientemente ha ocurrido en EEUU, un niño de 13 años, asesinó con una escopeta a su padre. Este chico será juzgado por la ley de su estado correspondiente. Se le juzgará como a un adulto. ¿cuál será su pena? Muy probablemente, será la pena de muerte.
De nuevo, ¿ojo por ojo, diente por diente?
Y nuevamente me planteo, si introducimos la cadena perpetua, ¿para qué casos?, ¿para todos?, ¿para los mediáticos en los cuales tienes la "suerte" de que te reciba el Presidente del Gobierno? ¿Sólo para aquéllos en que como nadie se ha enterado y pasas a ser una víctima más? ¿Tendrá utilidad o servirá para calmar nuestras ansias de "justicia"?

Son muchas las preguntas que, como veis, me surgen. El Estado, como ente independiente, con una visión serena y fría de la realidad. Habiendo recapacitado, debe saber cómo templar el ánimo y el ambiente y no dejarse llevar para legislar a golpe de acontecimiento social. Debe mantener la calma y dejarse guiar por los principios jurídicos y democráticos que nos ha llevado a ser una sociedad avanzada, siempre y cuando pensemos que lo somos.

Por ello, más que solucionar estos lamentables hechos mediante cadenas perpetuas, debería el Estado trabajar fuertemente por mejorar las condiciones socio-culturales de su población para evitar este tipo de sucesos y no permitir un amarre perpetuo, pues estableciendo un símil naútico, si dejamos un barco permanentemente amarrado en el puerto, acabará corroyéndose y pudriendose su casco hasta que, definitivamente, se hunda. Lo mismo sucedería con una cadena perpetua, pero en vez de con barcos, con personas.

domingo, 22 de febrero de 2009

De las democracias



Desde mi humilde punto de vista y desde los conocimientos de Derecho que he podido ir adquiriendo durante la que sigue siendo mi singladura por la Universidad, he podido aprender a valorar y respetar uno de los derechos que más relevancia tienen en cualquier democracia consolidada que se precie. Este es el de libertad de expresión. Más allá de cuestiones ideológicas, considero fundamental que cualquier persona pueda manifestar sus opiniones e ideas en libertad, siempre y cuando no atente contra el orden público ni la moral.

Con esta exposición lo que pretendo es referirme al reciente caso de expulsión de un europarlamentario español en Venezuela en fechas recientes. Desde mi lejanía ideológica con este diputado europeo, considero que el país latinoamericano no ha demostrado ser una democracia fuerte y firme como desde su Gobierno se pretende hacer ver a la Comunidad Internacional. Y más cuando estamos acostumbrados a oir las continuas salidas de tono de su Presidente de Gobierno y República. No hay más que recordar cuando en la pasada Cumbre Iberoamericana faltó al respeto a un ex-presidente español llamándole "fascista". Desde ese mismo momento mostró un desprecio implícito en sus palabras hacia las decisiones soberanas mostradas por el pueblo español en unas elecciones democráticamente celebradas.
Por esta razón considero que las autoridades venezolanas no han estado a la altura de la democracia firmemente consolidada que pretenden aparentar ser.

Aprovecho esta referencia para tocar un evento que se nos aproxima. Las elecciones vascas. Estas serán las primeras elecciones de la democracia que se celebren sin la presencia de las ideologías que no condenan el terrorismo. Nada tengo en contra de la ideología abertzale. Sin ideales para nada son similares a los de quien escribe estas líneas. De hecho, por sanidad y calidad democrática, preferiría que estuviesen presentes y así tuvieran la oportunidad de defender sus ideales desde la palabra, la opinión y la vía pacífica.
Afortunadamente, armas e ideas no son compatibles en ningún Estado de Derecho. Y mientras no medie la condena, deberán seguir, utilizando un símil taurino, "viendo los toros desde la barrera".

Por otro lado, parece que se abre una vía al cambio. A la renovación de ideas. Al fin del sectarismo que desde la Lehendakaritza se lleva realizando durante más de 25 años. Las urnas dictarán sentencia. Esperemos que sean favorables para un Euskadi de progreso y políticas inclusivas y no exclusivas. De gobernabilidad para todos y no para una parte.

Esperemos al día 1 de marzo.